martes, 10 de mayo de 2011

The Stare

 Ese día llegaste temprano; sí, más temprano que nunca, Gutiérrez. Te sentaste en el sexto asiento de la primera columna, guardabas algo entre manos, algo muy secreto, Gutiérrez, tan secreto que no se lo contaste a nadie. Prendiste tu iPod y te pusiste a escuchar canciones algo sentimentales, como siempre: La melancólica Gutiérrez. Te echaste sobre la carpeta y esperaste a que llegara. Cuando llegó te quedaste anonadada, atontada por su hermosura, aquella hermosura que nunca llegarías a experimentar. Veías con una mirada tierna sus cabellos marrones, sus minúsculos pero muy expresivos ojos celestes que casi nunca se cruzaban con los tuyos; esperarías entonces en ese momento a que sacara de su morral el mismo cuaderno marrón de siempre, donde comenzaría a escribir, y sería ahí cuando la curiosidad te carcomería el alma: La ingenua Gutiérrez. En ese momento te sacaste los auriculares y los guardaste en tu mochila. La profesora entró y te paraste, todos se pararon y tú continuabas viéndolo, admirándolo. Las horas pasaron rápidamente y el descanso llegó muy pronto. El relajo, piensas.

Y fue a la salida, sí, me acuerdo perfectamente, Gutiérrez, fue ahí cuando pasó. Tú te fuiste como siempre con tus amigas, caminando por la acera, cuando al doblar la esquina te encontraste con aquella desagradable escena: Lo viste caminando de la mano con Camila. Pobre Gutiérrez. Tuviste ganas de llorar, quizás gritar; podía leer tu rostro, tus gestos de sorpresa y desagrado. Pude ver que las falsas esperanzas que te habías dado caían una a una en picada; pude ver tu triste mirada, Gutiérrez. Sí, pude verlo, porque yo me encontraba a tu izquierda, observándote, admirándote, tratando de cerciorarme que en realidad te atraía él, asimilando las respuestas a mis dudas, tratando de evadir lo evidente.

Ese día quizás al llegar a tu casa te encerraste en tu cuarto, quizás le pusiste play a alguna canción triste, tratando de encontrar similitudes entre aquellas letras y tu vida, sin saber que a metros de distancia yo ya había encontrado la inspiración, sin saber que escribiría sobre ti, Gutiérrez.

                                                                                         Songbird

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